Contra ~ adicción.

Si tuviera que definir mi relación con el mundo del motociclismo, esta sería toda una contra-adicción. Somos la antítesis personalizada.

Yo, aquella que en su vida se subiría una moto, aquella que tiene pánico a subir a una "dos ruedas"; soy también aquella que de cada 60 segundos que pueda tener un minuto, 59 los paso pensando en ellas. Aquella que de pequeña lloraba cada vez que su tio intentaba subirla en su "pequeña", la misma que se colocaba el casco y correteaba entre imaginaciones infantiles. Yo, la misma a la que un hecho tan simple como subirse a una vespino le da más que miedo, pero que cada fin de semana disfruta viendo pilotar una 1000 c.c.

Para mí, el motociclismo, es más que una simple afición. Es una forma de vida. Es madrugar/trasnochar un fin de semana no solo para ver una carrera, sino para ver entrenamientos libres y cronometrados. Es decir: "Lo siento, hoy no puedo salir, hay GP". Es parar el mundo cada vez que en la televisión, radio o periódico hay una noticia, por minuciosa que sea. Es marcar en tu calendario cada fin de semana que hay GP. Son lágrimas de alegría cada vez que los ves en lo más alto, en su lugar natural, en el número uno del podio. Animar con un ¡GAAAS!; Vivir a 300 km/h, sin rozar el suelo.

Sufrir con cada caída, adelantamiento, carrera...

La vida de un motero se cuenta en milésimas de segundos.

Llámame loca, desquiciada o, quizás, obsesionada. Me considero adicta a la velocidad. Elegí esto como forma de vida,y por nada del mundo lo cambiaría.

Bienvenidos a mi mundo.

300 kilómetros por hora.